lunes, 18 de julio de 2011

20110718 Chinatown

En la ciudad del glamour, la 5th Avenue, los rascacielos y la libertad, nosotras elegimos como primera ruta oficial ir a Chinatown. Uno de los muchos ejemplos de barrios de clase muy baja que abundan en esta ciudad y que, a pesar de ser tan auténticos y genuinos, no aportan gran cosa a la imagen que los americanos dan de la ciudad de las oportunidades.

Si nos cruzamos a Bruce Lee o no, eso es un misterio, pues este barrio está realmente lleno de asiáticos y ya sabeis que nos cuesta especialmente distinguirlos. No digo sólo chinos porque también hay vietanitas, koreanos y algún que otro japonés. Las plazas de la comunidad china fuera de China más grande del mundo tenían el aspecto tan auténtico que se ve en la foto. Jels y yo nos asomábamos curioseando por encima de los hombros de los autóctonos, y la verdad es que nos miraban de reojo como si no encajáramos allí. No sé por qué. Lo cierto es que había muy pocos turístas. Éramos las únicas merodeando por el lugar.

Una de las cosas que más nos llamó la atención fueron las pescaderías. Chinatown es un lugar sucio y descuidado. Y cuando digo sucio quiero decir muy muy sucio. Las calles y las aceras tienen unos charcos de pinta desagradable que, con este calor de 30-35º que nos está haciendo, comienzan a desprender olores pestilentes. Huele a podrido, huele a basura, huele a humanidad. El calor agobia, el sudor te deja pegajosa. La multitud estresa. En este contexto, una no espera entrar en una pescadería y llevarse una grata sorpresa, pero si algo hay en Chinatown, son unos mercados para quitarse el sombrero. Todo tiene una pinta estupenda, está cuidado, limpio y ordenado. No hemos visto fruterías ni pescaderías más completa ni en España ni mucho menos en Alemania. Incluso había urnas con peces y mariscos vivos. Hicimos una marca en el mapa para no olvidar dónde tenemos que ir un día antes de regresar a casa para poder darnos un festín de pescado como Buda manda.

Y es que en Chinatown hay como una docena de templos. Estos lugares sagrados están más bien escondidos, sus fachadas son fachadas de edificios normales, con algún cartel no demasiado ostentoso del que difícilmente dedudes que se trata de un templo. Nosotras visitamos dos templos budistas: uno con un miniBuda y otro con un maxiBuda dorado. 

Como curiosidad, decir que la entrada de los templos era una tienda de complementos religiosos y souvenirs. Pero es que el dinero en este país también es sagrado.


En la ciudad de los rascacielos no pueden faltar rascacielos ni siquiera en la pequeña China. Carteles bilingües y mucha gente sospechando es lo único que te hace pensar en que allí no hay muchas posibilidades de cruzarse con París Hilton. El carril bici para cruzar el puete de Manhattan también da algunas pistas, pero sólo para los más avispados.

...

Como nosotras.

Una estatua de Confucion, un arco al estilo más o menos oriental, y poco más. 

Nos queda pendiente comernos un crispy chicken en el sitio más cochino (y barato) que veamos. 



4 comentarios:

  1. mi niña!que lista es!, me alegro que os lo paséis tan bien, y espero que no hagáis mucho honor a vuestro nombre del bloc

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  2. jajajajajja, la joakiiii..... como se nota que es tu marrreeeeeee!! jajajja. yo creo k más bien sí k le harán honor. (Haciendo honra a mi status de hermana, jaja)un besorrrooooooooooooooo y pasadlooo requetebien. que envidia cochinaaa. muaka

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  3. pues si si, si que estamos empanadas... jejejejeje
    besoooos

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  4. Lo bueno es que nos reímos de nosotras mismas! Nos lo pasamos bien a pesar de todo

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