No hay mucho que decir sobre el Central Park, todo el mundo sabe que es donde más peligro hay de morir si es de noche y estás rodando una película.
Nuestro contacto juntas (únicamente diurno y off the record) con este oasis en el corazón de la estresada y contaminada ciudad no comenzó especialmente bien, pero como somos tremendamente cabezonas, le dimos una segunda oportunidad. Lo cierto es que es un lugar precioso para aislarse del tráfico y las calles infestadas de hordas humanas y poder pasear tranquilamente a tan sólo unas cuantas paradas.
Primer intento: 22 de julio
Cuando se te fríe el cerebro a 40ºC nada parece bonito (excepto los espejismos de paraísos llenos de botellas de agua fría, sombras y macizos abanicándote sin coste extra ni tips(*)). Estábamos realmente asfixiadas y no lo disfrutamos.
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Jels maldiciendo el tráfico que pasa a través del Central Park |
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Piscina chunga, con miles de normas y con colas eternas, a la que entrabas por turnos y donde tenías que pelear por un sitio tanto fuera como dentro del agua. |
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No puedo más Jels, sigue sin mí, si me quieres, ¡vete! |
(*) propinillas que se lleva todo quisqui en este país. (NdT)
Segundo intento: 27 de julio
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La música amansa a las fieras, así que comenzamos con un poco de jazz. |
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Un estanque lleno de tortugas. |
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Una fuente |
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Un pasaje |
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Unas vistas de la ciudad | | | |
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Un rinconcito |
Repetimos: 28 de julio
Ahora tocaba la parte sur:
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Un puentecito |
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Las vistas desde el puente |
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Haciendo el mongui en una piedra |
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¡Yo no sé qué tendría aquella piedra oye! |
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Con Alicia & Cía. |
“Central Park es una brisa de aire fresco en medio de una ciudad estresante donde se amontonan edificios y personas”
Jels
Hay parques infinitamente más bonitos en Europa, que lo sepáis.
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